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El Administrador de Voluntades: Una nueva estrella en el firmamento


En los años que llevo estudiando, desarrollando e implementando planes estratégicos, siempre he resaltado la importancia que éstos tienen como metodología para promover la libertad de acción. Este simple mar de teorías, dialéctica y prácticas que pareciera ser conocido por todos, en la práctica es de escaso e/o incompleto uso. Su ausencia o implementación sorda, boga para que, en parte, prevalezca aún hoy la agobiante grieta que nos divide.

Al carecer de visibilidad, sin darnos cuenta pujamos por ampliar nuestra libertad de acción en función de la poca que tenemos o nos dejan ejercer. Nuestros líderes deberían brindarnos señales claras sobre el rumbo a seguir, y todos alinearnos para construir un futuro concreto. La cruda realidad, en general, indica que estos “líderes”, muchas veces carecen de propuestas, o nos indican un norte que transmiten desde el pensamiento pero que no tienen intención de movilizar o seguir desde el sentimiento.

Si aquellos que nos gobiernan, en sus distintos niveles jerárquicos y orgánicos, no tienen la capacidad para plantear el futuro deseado y el camino que, entre “todos” debemos construir para las generaciones futuras (evitando ser egoístas y sometiendo nuestros actos a la mirada de nuestros hijos, nietos, sobrinos, hijos de nuestros amigos, niños pidiendo en la calle, etc), la libertad de acción se contrae tímidamente para dar lugar al vértigo y corrupción que genera el libertinaje (buscar ampliar mi libertad sin importar el prójimo, es decir, el orden que propone la buena convivencia).

Siguiendo esta línea de pensamiento, siempre he creído que existen dos maneras de hacer las cosas: bien o fácil, dejando la palabra “mal” para definir al “buen” o “mal” liderazgo o a la “buena” o “mala” persona o cosa.

En nuestra historia sobran ejemplos de buenos y malos líderes que buscaban agradar a las mayorías, coaccionando a aquellos que pensaban de otra manera.

En este punto es donde vale la pena detenerse. La coacción es lo que vuelve a las personas violentas, aunque debemos considerar también que la coacción es la consecuencia de un “acto involuntario”. Sinceramente me cuesta encontrar mayor desarrollo a lo expuesto hasta aquí, pero me motiva el poder encontrar una explicación a lo que nos divide como seres humanos. Para proseguir, voy a comenzar por analizar el concepto de voluntad como hilo conductor de mi planteo, tratando de mantener siempre presente el criterio de libertad de acción, y partiendo de la base que el hombre posee dos facultades superiores, las cuales son:

1. El Entendimiento. 2. La voluntad.

El primero está conformado por la inteligencia, el conocimiento y la deliberación, mientras que la voluntad está integrada por la decisión y, al igual que en el caso del entendimiento, la deliberación.

Si a estas facultades las fusionamos con el ánimo de poder elegir, a través de la libertad, nos encontraremos con la posibilidad de entrar en acción.

Querer es poder

La palabra voluntad viene del verbo latino “volo”, que significa “querer”, e implica la capacidad de autodeterminación que tenemos los seres humanos de llevar a cabo aquello que la inteligencia nos presenta como algo “bueno”.

Dicho esto, podemos asumir que la voluntad busca el bien; está relacionada y no deberíamos entenderla sin él. Expresado de otra manera, la voluntad no orientada al bien, no existe.

Claro está que ninguna persona en su sano juicio quiere o busca hacer el mal, y si realiza una mala acción, es porque ve un bien para ella, en aquello que desea conseguir, aunque objetivamente sea malo.

También es sabido que la voluntad no nace con nosotros sino que se va desarrollando y creciendo conforme vamos transitando por la vida, lo que implica que requiere de entrenamiento y acciones concretas para alimentarse. Necesita, en definitiva, ser educada, formada y orientada.

Si quisiéramos evaluar a las personas que se desenvuelven en una comunidad con parámetros claros de previsión y ordenamiento, notaríamos que son distintas en su temperamento (los caracteriza y distingue de otros), aunque concluiríamos que son semejantes, por lo general, en la debilidad de la voluntad.

La debilidad en la voluntad se manifiesta cuando vemos alterada nuestra libertad de acción por la clara intención de otros agentes de coaccionarnos a realizar una acción que es moralmente mala.

De lo desarrollado hasta aquí podemos esbozar dos definiciones, a saber:

Actos no voluntarios: Entenderemos por tales, a los originados por la violencia, la coacción y los desconocidos (por lo tanto que no puedo querer).

Libertad como atributo de la voluntad: Es la capacidad que tenemos los individuos de elegir entre los medios más adecuados para alcanzar el fin propuesto.

La necesidad de definir conceptualmente a los actos no voluntarios y a la libertad estriba en el poder comprender que la libertad se encuentra albergada en la voluntad y que la voluntad no existe sin el conocimiento de la verdad.

Requisitos para ser un buen Administrador de Voluntades

Hemos hablado de libertad de acción, liderazgo errático y voluntad, entre otros conceptos. Ahora nos toca definir, de alguna manera, a lo que considero un verdadero inspirador, motivador y forjador de comunidades.

Veamos entonces, que requisitos, considero debería cubrir un Administrador de Voluntades. Estos son:

Desarrollar e implementar la Quimera: Despertar el interés y debatir el futuro deseado que no vamos a ver, aunque si construir y legar para las generaciones venideras. La Quimera debe ser definida como algo imposible de alcanzar, aunque sí de definir y de trazar pasos paulatinos que nos acerquen a ella.

Ahora bien… ¿Cómo nos podemos acercar a algo que es definido como imposible de alcanzar…?

Muy fácil. Debemos tomar la gimnasia de preguntarnos antes de ir a dormir qué hicimos hoy por nuestra comunidad. Si notamos que tenemos respuesta a este interrogante, proyectar en nuestro sueño placentero que aporte realizaremos el día de mañana.

Si por el contrario, no encontramos respuesta alguna a nuestra pregunta, definamos antes de cerrar los ojos las actividades que realizaremos para ganar el día perdido.

Invitar a todos a consensuar nuestro destino invisible: Dado que la Quimera debe definirse como un sueño que nos ayude a describir el lugar ideal para vivir y desarrollarnos, el Administrador de Voluntades debe tener la vocación de invitar a todos los integrantes de la comunidad a debatir el futuro. Nadie debe quedar excluido, y todos son necesarios para configurarlo voluntariamente.

No debe caerse en la limitación de creer que estas definiciones trascendentales deben ser analizadas y desarrolladas por intelectuales o mentes brillantes. En planeamiento estratégico se tiene muy claro un concepto: hasta las personas consideradas inútiles son útiles, ya que sirven de ejemplo… y en todo caso… ¿quién está libre de lanzar la primera piedra?

Pasar del Sueño a las nubes: Es indispensable que esa quimera pueda ser interpretada en términos racionales que nos motiven a formar parte de este viaje interminable. Para ello es importante que el Administrador de Voluntades trabaje en armar una declaración o política que considere:

a. Un propósito, seguido de un verbo en infinitivo, y luego termine la frase.

Ej. Nuestro propósito será potenciar las habilidades de cada uno de los integrantes de la comunidad para construir una ruta más firme hacia nuestra quimera.

b. Con qué tipo de comunidad buscará asegurar las metas, y a continuación acompáñelo con un adjetivo.

Ej. Aseguraremos nuestras metas con una comunidad comprometida.

c. En qué focalizarán el respeto.

Ej. Nuestro respeto estará focalizado en los valores de la comunidad.

d. Definan en que trabajarán constantemente en lograr; agréguenle un verbo en infinitivo y luego cierre el concepto con sus palabras.

Ej. Trabajaremos constantemente el lograr contener a los más débiles y desamparados.

e. Por último, informe dentro de la política, cómo va a satisfacer los aspectos enunciados.

Ej. Estos aspectos los alcanzaremos gracias a nuestra credibilidad.

Seleccionar los valores de la comunidad: Diseñe un código de conducta sencillo y sin palabras pomposas que nada dicen. El Administrador de Voluntades debe tener la claridad de invitar a su comunidad para que definan sus valores (es aquello que tenemos y que nadie nos puede quitar. Es cómo queremos que los demás nos vean). Debe considerarse que existen tres tipos:

  • Sensitivos.

  • Éticos.

  • Económicos.

Lo importante es que se seleccionen los más representativos, se los defina (no como lo hace la RAE sino con las palabras propias de quienes lo eligieron), y que luego, ellos mismos establezcan lo que denomino como contra-medidas (aquellas acciones que pueden vulnerar ese valor).

Ej.

Valor: Honor

Definición: Ejercitar diariamente la vocación por el servicio, la disciplina y la compasión.

Contramedidas: Maldad, injusticia, deshonra, mentira.

Pasar de las nubes a la tierra: Siguiendo con las líneas definidas en la Política, propongan siempre en comunidad, objetivos a alcanzar, fomentando la deliberación que debe focalizarse en analizar las ventajas y desventajas de cada uno de los que planteen.

Los objetivos deben armarse con un verbo en infinitivo, un criterio objetivo, una cantidad, un para cuándo (término de tiempo en el que se desarrollará), un sponsor o facilitador y un tiempo en que debe concretarse (igual al que se estableció como fecha de cierre de la última estrategia que lo compone – ver paso 6).

Ej.

Verbo: Desarrollar.

Criterio objetivo: el conocimiento de buenas prácticas de convivencia.

Cantidad: en un 100%.

Para cuando: en tres años.

Sponsor: Administrador de Voluntades.

Tiempo de finalización: 10-10-2020.

Pasar de la tierra a la cosecha: El Administrador de Voluntades debe preparar el terreno para cosechar, por lo tanto debe desmenuzar los objetivos en actividades concretas (o estrategias). En este punto, las que se definan deben contar con fechas de inicio y cierre, un responsable o dueño de la estrategia y un equipo que colabore en la posterior implementación o ejecución.

Ej.

Estrategia 1. Armar un plan de instrucción en formación cívica

Inicio: 15-10-2017

Culmina: 20-02-2018

Responsable: Juan Pérez

Equipo Pablo, Pedro y Jimena.

Estrategia 2. Desarrollar el plan de comunicación para los cursos de formación cívica

Inicio: 15-02-2018

Culmina: 22-02-2018

Responsable: Jimena Gómez

Equipo Pablo, Pedro y Juan.

Cosecharás lo que sembraste: Evaluar los resultados de las estrategias desarrolladas durante el mes. Es importante que el Administrador de Voluntades analice la posibilidad de dar de alta, modificar o dar de bajas tanto estrategias como objetivos, si los mismos producen fatiga en la comunidad, después de todo, todos se guían por una quimera.

La acción buena: El Administrador de Voluntades debe evaluar constantemente si las acciones desplegadas fueron verdaderamente buenas. Si fue así estará mejorando a los miembros de su comunidad como personas.

Voluntad sana: Hacer ejercitar a la comunidad para que sepan manifestar:

  • Firmeza en los propósitos (Quimera, Política y Valores).

  • Solidez en los objetivos y estrategias.

  • Ánimo en las dificultades

Educación de la voluntad: El Administrador de Voluntades debe fomentar el desarrollo continuo de esta práctica para lograr expandir la libertad de acción de su comunidad y, de esta manera, poder permitirles ir ascendiendo por los peldaños inagotables que propone la Quimera, sin el peso de apesadumbradas mochilas coaccionantes.

Debe asumir a la educación como un actividad "alegre", dado que nos conduce a ser mejores personas.

Debe alentar a los miembros de la comunidad para que entiendan que “deben hacer lo que deben”, oportuna y adecuadamente, aunque ello suponga un gran esfuerzo.

Por último, debe entender y transmitir que la voluntad bien formada es sólida y sirve como un escudo que permite la defensa y el ataque sobre los vicios que producen el libertinaje y lo fácil.

Gabriel F. Calicchia

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