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El Administrador de Voluntades: un tejedor de verdaderas redes de comunicación.


En estos días que se suceden entre caminando, corriendo o volando, los Administradores de Voluntades deben buscar desacelerar y tranquilizar la cadencia arrítmica del tiempo, focalizado parte de su energía y esfuerzo en generar ambientes armónicos en donde la comunicación sea administrada de manera tal que se genere un "mejor entendimiento". Este ejercicio cotidiano ayudará a crear una cultura más sana, mejorará la motivación y el compromiso que redundará en una mejor calidad de trabajo y, consecuentemente, mejores rendimientos.

De esta forma habrá contribuido a motorizar una organización más saludable, eficiente y por sobre todas las cosas, más humana.

Dicho esto, para tejer el entramado de una verdadera red de comunicación, el Administrador de Voluntades deberá tener en cuenta los siguientes preceptos:

  1. Contar con más, mejores y diversos medios de comunicación, permite estar más conectados, lo cual no implica que se estemos mejor comunicados.

  2. La ausencia de comunicación no significa falta, sino "mala comunicación".

  3. La mejor comunicación se da cuando las personas que necesitan informarse, lo hacen de manera presencial. El lenguaje corporal siempre nos revelará más información que las palabras. La comunicación no verbal opera como una suerte de cookies en una página web. Es que sin darnos cuenta, nuestro cuerpo transmite constantemente información sensible sobre nuestras intenciones, sentimientos y personalidad.

  4. De lo expuesto en el punto anterior, se desprenden los componentes de este tipo de emisor (el lenguaje del cuerpo):

  • Las expresiones faciales. Son el indicador emocional más potente, y en lo primero que centramos nuestra atención al interactuar.

  • Los gestos. Éstos pueden ser ilustradores (acompañan el discurso verbal y preceden en milésimas de segundo a las palabras) tienen una estrecha vinculación con la credibilidad, los emblemáticos (tienen su propio significado sin necesidad de palabras), los adaptadores (manipulaciones de nuestro propio cuerpo u objetos para canalizar las emociones), los reguladores (con los que dirigimos la interactuación) y los manifestadores de afecto (con los que transmitimos nuestros sentimientos).

  • La postura. Expresa básicamente el grado de interés y apertura hacia los demás.

  • La apariencia. Pese a los avances sociales y al esfuerzo normativo en la lucha por la igualdad, el aspecto de una persona habla de su edad, sexo, origen, cultura, profesión, o condición social y económica, entre otros muchos datos.

  • La háptica. Define el estudio científico del tacto y su influencia en la forma de relacionarnos.

  • La proxémica. Es el canal más directo del lenguaje corporal a la hora de mostrarnos cercanos o distantes.

Como si estos aspectos fueran poco, la voz puede decir mucho más que las palabras. El paralenguaje es el indicador emocional más fiable, junto con las expresiones faciales.

En comunicación estratégica suele decirse que el solo hecho de expresarnos, puede generar naturalmente un conflicto. El desafío del Administrador de Voluntades es manejar la dialéctica de manera tal de evitarlos.

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