El argentinismo: un comportamiento a revisar
La Argentina siempre se caracterizó por contar, entre sus potenciales generadores de ingresos para la economía, con la actividad agrícola. Sin embargo parece ser que no comprendemos la esencia de esta actividad que mucho nos ayudaría para revisar nuestro comportamiento, corregirlo y dejar de avanzar constantemente hacia atrás (para no ser pesimista).
El principio básico que todo agricultor sabe, previo a encarar esta noble actividad es que “SE COSECHARÁ LO QUE SE SIEMBRA”.
Durante largos años hemos asumido un rol que por acción u omisión ha reemplazado el compromiso de hacer “LO QUE SE DEBE HACER” por el de “HACER LO QUE ME CONVIENE”, provocando que la búsqueda del “BIEN COMÚN” se aparte de las familias, de las escuelas, de la creencias, de la tradición, de los emblemas nacionales y hasta del bienestar futuro de las próximas generaciones.
Obviamente, sintiéndose vapuleado, el “BIEN COMÚN” se ha retirado tranquilamente dejando que florezca el argentinismo.
Puede que el argentinismo haya dado a luz cuando algunos objetores de conciencia se manifestaron en contra de que en las escuelas se leyera la Biblia sin contemplar que debía seguir concientizándose a los niños sobre: el no matar, el no robar y el amar al prójimo como a uno mismo...
Por acción u omisión, permitimos este cambio alimentando nuestra conducta argentinista.
Más adelante, siguiendo las nuevas tendencias en psicología, abrazamos el concepto de no reprender a nuestros hijos cuando se portaban mal porque estábamos afectando su personalidad y autoestima...
Por acción u omisión, adoptamos esta “moda” eliminando el concepto de educación dentro del seno familiar y fortaleciendo nuestra conducta argentinista.
Siguiendo con nuestra trayectoria, algunos manifestaron que los maestros no debían imponer acciones disciplinarias a sus alumnos cuando se comportaban mal...
Por acción u omisión, evitamos que los docentes aplicaran disciplina para mantener el orden, alimentando nuestra conducta argentinista.
Luego, en lugar de juzgar a los que provocaron la muerte de un soldado, algunos manifestaron que debía suspenderse el servicio militar, sin recordar que en ese ámbito se inculca el sentido de servicio a la patria y la camaradería...
Por acción u omisión, apoyamos que se retirara el servicio militar obligatorio, alimentando nuestra conducta argentinista.
A lo largo de estas décadas, algunos funcionarios públicos se olvidaron que eran electos para servir al estado y no servirse de él. Se corrompieron e incrementaron el hambre y la consecuente desnutrición y muerte de miles de personas...
Por acción u omisión, no hicimos ni hacemos nada mientras tengamos trabajo y nuestra economía personal esté bien. Una vez más, seguimos fortaleciendo nuestra conducta argentinista.
También aparecieron algunos enarbolando insignias blancas que representaban los derechos humanos que rápidamente se transformaron en subsidios, espacios de poder y de condena sobre cualquier acto que procure restaurar el orden...
Por acción u omisión, dejamos que los derechos sean torcidos por la parcialidad, contando humanos caídos en manos de la delincuencia que, mientras los afectados no seamos nosotros, todo bien, otro punto para sumar en nuestra conducta argentinista.
En nuestra carrera hacia la tolerancia infinita (denominada comunmente fuera de Argentilandia como libertinaje), en otro momento aparecieron los grandes consejeros que estimularon la entrega indiscriminada de preservativos en las escuelas argumentando que los chicos de todos modos iban a tener relaciones sexuales y era mejor, más que educarlos, dejarlos que se diviertan...
Por acción u omisión, adoptamos una conducta de compinche con nuestros hijos, transformándonos en sus amigos sin observar que con nuestra conducta los dejamos huérfanos de padres. Una vez más, colmábamos de atributos a nuestro accionar argentinista.
Algunos nos sentimos bien cuando le va mal al gobierno de turno, si el partido que los llevó al poder no responde al que me representa, sin entender que ese fracaso nos impacta a todos y a nuestro porvenir...
Por acción u omisión, tomamos una postura partidista enarbolando banderas que nada tienen que ver con la que representa a nuestra sufrida nación.
Podría seguir aportando atributos a nuestra conducta argentinista, aunque prefiero no hacerlo porque los textos largos cansan y/o no tenemos tiempo.
No me preocupa que quizá no estés de acuerdo con lo que humildemente estoy pensando, lo que me preocupa es que surja el sentimiento argentinista que pueda llevar a hacerte estas preguntas:
¿por qué nuestros niños no tienen conciencia, por qué no saben distinguir entre el bien y el mal, por qué sienten que no tienen futuro, y por qué no les preocupa matar a desconocidos, a sus compañeros de escuela, o a ellos mismos?
Si en algún momento te las haces, no te olvides lo siguiente: “LO QUE SEMBRAMOS ES LO QUE RECOGEMOS”.