Administrar voluntades requiere de la reingeniería humana
A lo largo del tiempo hemos aprendido que, si ponemos fuerza de voluntad para alcanzar un objetivo, no necesitamos demasiados recursos, y al lograr llegar a la meta, nos sentimos exitosos.
Sin embargo, más allá de la voluntad, existe un binomio muy importante que nos permite ser exitosos en la vida: los valores y los hábitos.
Los valores podemos decir que representan cómo queremos que el resto de las personas nos vean y, conforme a ellos, deberíamos actuar. Es, al igual que el oxígeno que respiramos, aquello que nadie puede quitarnos, aunque podemos perder fácilmente si no obramos en sintonía con los que hayamos decidido abrazar.
Esta asimetría dicotómica que se presenta con frecuencia entre el cómo queremos que nos vean y cómo en realidad actuamos, se manifiesta a través del accionar alimentado por nuestros hábitos.
Los hábitos se configurar como cualquier comportamiento que vamos aprendido mediante la repetición, es decir que realizamos de manera habitual. Esto implica que no es innato de las personas.
El éxito y armonía en la vida la alcanzamos cuando podemos amalgamar nuestros valores con nuestros hábitos.
Vayamos a un ejemplo respetando el siguiente principio: cada uno de nosotros somos lo que hacemos.
Si soy una persona feliz y positiva, conceptualmente estaré desarrollando el valor de la felicidad. Esto quiere decir que lo que demuestro con mis acciones es el valor que poseo.
Desafortunadamente para nosotros, mientras vamos transitando por el camino de la vida cometemos algunos errores que vamos convirtiendo en hábitos, en nuestro estilo de hacer las cosas.
Es por ello que resulta una buena práctica meditar sobre nuestro comportamiento y realizar nuestra propia “reingeniería personal”.
¿Cómo realizar una verdadera reingeniería personal?
Comenzaré por decir que es muy fácil de enunciar y un verdadero desafío a la hora de implementar. Para ello volvamos al ejemplo anterior: si mi valor es la felicidad y el mal humor, la infelicidad y el desencanto son errores convertidos en hábitos, debo desarrollar los de sonreír, el de estar contento, el de sentir y brindar bienestar y el de estar dichoso.
Para lograr alinear los hábitos con nuestros valores, nuestro trabajo requerirá del deseo de querer cambiar, el compromiso para cambiar y el explorar cómo hacerlo.
Como todo en la vida, volver a nuestros orígenes llevará su tiempo y la satisfacción más grande que sentiremos al ir lográndolo, será la resultante de haber emprendido el camino hacia el éxito, allí donde la imagen y el prestigio se funden en perfecta armonía.
¡¡¡Muchos éxitos!!!
Gabriel Calicchia
Director de Operaciones
Direccionar
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